LA DECORACIÓN, alimento sustancial para nuestra alma
Bien es cierto que cada persona somos un mundo y conformamos
en nosotros mismos una entelequia universal. De la misma manera y obedeciendo a
ese patrón energético, cada uno, nos centramos en algo común y único, el
sustento anímico que requiere, por así decirlo, nuestra alma.
Y es a
través de los sentidos, sutiles en sus terminaciones nerviosas, los que
absorben la sustancia volátil que desprende los diferentes matices de un color,
de una forma o de una textura, obteniendo así, una columna de respuesta completamente
aleatoria, según la particularidad del individuo.
Ser
prudentes en la decoración tan sólo nos serviría para darle de comer a nuestra
mente, no a nuestro espíritu.
En esta
sociedad repleta de restricciones, qué mejor que generar un espacio donde nos
sintamos libre por fuera y llenos por dentro. Donde cada pieza que nos rodee,
sea el baluarte del elemento inspirador para ese día, ese rato, o para toda la
vida.
¿Has
observado alguna vez si al mirar un mueble de tu casa, te ha cambiado el estado
de ánimo que tenías? . Tal vez ¿has experimentado un estado de alegría súbita,
cuando tu corazón se expande al ver el colorido brillante y divertido de la
colcha que cubre tu cama?
La
decoración no es algo alejado de nosotros, sino que conforma una disciplina
viva para nuestros sentidos, atraídos por la fragancia que despierta en
nosotros, un tejido aterciopelado, la sinuosidad de una gasa, o una apreciada
seda.
A su vez, de forma inconsciente, nuestra
mente plasma aquel ambiente decorado que evidencia, lo que hay dentro de
nosotros: paz, o miedo, alegría o tristeza, flexibilidad o rigidez, apertura, dulzura,
… etc. Toda una rapsodia de sentimientos se conjugan a nuestro alrededor.
Qué tal hacer una cura para tus
sentidos y ver cómo responde tu cuerpo a las diferentes melodías que componen
la decoración de tu casa.
Vamos allá. Deja a un lado tu mente y permite que tus
emociones te arrastren por el laberinto pasional de una decoración efervescente
y llena de vida.
¿Cómo
lograr esta experiencia?
Pues para que sea rica y profunda
de contenido, podemos ir visitando a nuestras amistades, cuanto más diferentes
sean las personas, más variada será la decoración que podamos encontrar y por
tanto, más alimento para el alma.
Eso sí, dosifica las visitas, cada día a una
casa, para que luego, poder repetir la experiencia a solas, tranquilamente,
rememorando cada rincón, cada color, capturando de nuevo la energía que exhala
de cada uno de ellos.
Observa cómo te vas sintiendo, qué
elementos son más afines a ti, con qué materiales te sientes más a gusto,
cuáles son los colores que te hacen fluir más, o con qué diseños se abre tu
corazón.
Envíanos tus comentarios y
crearemos un foro de “Decoración con Alma”, en nuestro compartir, nos
enriqueceremos las unas de las otras.
Puedes también hacer fotos de
ambientes que te hayan llamado la atención por su riqueza de contenido,
variedad u originalidad. (Siempre con el permiso de la dueña de la casa).
Antea (Marien Carrión Codoñer)
Terapeuta del Hábitat
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