LAS HERIDAS DE TU CASA
Una zona se puede
considerar patógena, cuando la alteración vibracional del terreno, produce una
des sintonía entre todas sus partes, dando como resultado una disociación
molecular en nuestro cuerpo, descomponiendo el orden establecido, que daba como
resultado un estado de buena salud.
Cuando
nosotros sufrimos altercados continuos a causa de peleas, discusiones,
enfados,…etc. acabamos agotadas física, mental y emocionalmente. Esa fricción
prolongada que supone una exaltación para nuestros sentidos, erosionará nuestro
estado de salud. De la misma manera ocurriría, si nuestra casa estuviera
asentada sobre una zona de presiones, viéndose sometida a las inclemencias de
ese terreno.
El
trazado energético del lugar, ofrece una variedad múltiple de elementos, que
pueden constituir una amenaza para nuestra salud, ya que nos agreden
paulatinamente, a un ritmo lento, pero continuo. Como el desgaste de una gota
de agua, que erosiona la roca poco a poco.
Después
de quince años trabajando como terapeuta del hábitat y percibiendo las casas entre
bambalinas, (desde su estructura energética) es mi obligación, hacer partícipe
a la sociedad de todo lo que he ido encontrando en este caminar por los
entresijos del mundo del hábitat.
Cosas
que el ojo humano no es capaz de ver, porque su manifestación no está en lo
físico. Y muchas veces, en la aparente calma de un espacio, pueden haber
quedado adormecidos rescoldos de sin sabores, presos en la memoria de ese
lugar, aunque no sean detectados por nuestro emocional, si la envestida del elemento
agresor no es extrema. Pero ese impulso energético,
permanece en estado latente, haciéndonos estar alterados,
mostrarnos iracundos o nerviosos, dependiendo de lo fuerte que sea la presión
energética en esa zona, creyendo tan sólo que se trata de una respuesta por
parte de nuestra personalidad, o por tener un
carácter determinado.
Diferenciar
entre lo de dentro y lo de fuera, hacer una distinción entre las cosas que
convergen en el ambiente y el efecto que deriva de ellas, es muy difícil o casi
imposible hacer una valoración exacta, si no tenemos la capacidad de contactar
con la información que radica en el alma del lugar, en la huella o patrón energético
donde se ha asentado esa vivienda.
Casas
que se han construido después de haber sido lugares donde se ha sufrido, o se
han sometido las personas a vejaciones, hace que esa huella ambiental, cuando
se vuelva a edificar de nuevo, capturen esa memoria de lo acontecido y uno, puede
decir: “la casa es muy bonita”, pero me siento extraña. O la gente cuando te
visite, comente: “¡me duele el cuerpo cuando estoy en tu casa!”, o “¡salgo encogido de tu piso!”…etc.
A
veces, nuestro cuerpo, es el primero que recoge esa información, ya que somos
como una esponja, absorbiendo el agua del mar, que lo incorpora como si ese
elemento fuera suyo.
Mi
pretensión, es la de ayudar a mejorar la calidad de vida de la sociedad y en
algunos casos, hasta aliviar su carga emotiva, pues las emociones son como un
humo, que se densifica ambientalmente, al igual que un gas venenoso, puede aniquilar a quienes
allí vivan.
Antea (Marien Carrión Codoñer)
Terapeuta
del Hábitat
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