ARMONÍA DEL HÁBITAT
Cuando
hablamos de conseguir un hábitat en armonía nos referimos a que todos los
elementos que inciden en él, no sean perjudiciales para la calidad de vida de
las personas que allí viven. Igual que a la hora de hacer un
guiso, buscamos que todos sus elementos sean lo más sanos posible.
Intentemos
profundizar en los diferentes hilos que entretejen nuestro hogar y dejemos que
resuenen en nosotros, habitación por habitación. Iniciemos una ruta (como si no
conociéramos la casa), como si entrásemos por primera vez en ese lugar,
aspirando por todos los poros de nuestra piel, su noble contenido.
Cerremos los
ojos y aspiremos su aroma, vaciándonos de todo vacuo contenido mental, para que
pensamiento alguno intente interponerse.
Imaginamos que todo nuestro cuerpo
conforma un radar que va captando de forma sigilosa el misterio de sus paredes,
hasta llegar a captar las raíces de sus pilares que surcan el subsuelo,
trenzado con una red telúrica que de forma acompasada, o no, dependiendo de la
zona, capta la onda respiración del planeta tierra, trazándose configuraciones
y trazados luminosos, rapsodia de un interludio de semillas cósmicas.
Por otra parte, sobre nuestra cabeza
se abre un velo que envuelve los sentidos con un sutil devaneo, permitiéndonos
acunarnos rápidamente en un ritmo más suave, generoso en su amor, dado que
nuestro corazón se abre a su paso, conforme lo vamos registrando en nuestro
interior.
De esta manera, vamos recorriendo
cada habitación que conforma el trazado de nuestra casa y con sincera humildad,
susurramos al oído del deva de la casa, que conforma la minúscula entretela que da vida
a nuestro hábitat, agradeciéndole por sostener de forma ingrávida la entelequia energética del lugar donde vivimos.
Antea (Marien Carrión Codoñer)
Terapeuta del Hábitat y Decoradora Sensitiva
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